Tras haber tocado fondo al quedarse sin clientes en el Turismo Carretera, Jorge Pedersoli prepara su retorno de la mano de Marcos Di Palma. Esta es la columna que escribí para el último número de SóloTC sobre la situación que atraviesa el motorista…
¿SEAN ETERNO LOS LAURELES?
Hace unos meses atrás hubiera sido absurdo pensar la posibilidad de que Jorge Pedersoli, el motorista que más títulos consiguió en el TC, se quede sin clientes. Y resulta increíble escuchar que por primera vez en 43 años metiendo manos en autos de la “máxima”, sus fierros no tienen el nombre de un piloto escrito con tinta de corrector blanca. Porque sin ir muy lejos, en lo que va de esta década acumuló cuatro campeonatos y el último lo obtuvo hace apenas un año y medio… Pero aunque cueste creerlo, la realidad marca que el preparador de San Martín dejó de ser el más codiciando de la categoría y que ya nadie espera su turno para poder ingresar al selecto grupo de clientes que hasta hace poco tenía. ¿Qué pasó entonces? Es inútil no aceptar que Johnny Laborito dio en la tecla con los desarrollos y hoy ocupa su lugar. ¿Por qué ocurrió esto? Quizás Pedersoli se abocó demasiado en nuevos proyectos y desafíos. Por ejemplo, durante 2008 se metió de lleno en su retorno a la preparación de Ford y se desvivió tratando de hacer funcionar el motor de Diego Aventin. Posiblemente hoy esté pagando el precio por tomar ese camino, en una disciplina cada vez más competitiva, donde sólo mandan los resultados. Pero en el ambiente no dudan de su capacidad de trabajo y seguramente con el tiempo esta circunstancia pase a ser anecdótica. Aunque la instancia límite a la que llegó el motorista, dejó algo en claro: en este automovilismo profesionalizado, no son eternos los laureles que se supieron conseguir.
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